HILDA RUEDA

Solapado esta el invierno en el sopor de este verano, en los cardos que se tuercen ingeniosos para alcanzar la luz de un sol eterno.

En los rincones oscuros de la eternidad inverve y en las alabanzas que se levantan como humo hacia un insensible dios etereo.

Solapado esta el futuro que se viste de presente para burlar los deseos y las ansias que nunca materializaran su espectro

Solapado en sonrisas que se mofan de la insolencia, de la rabia, del miedo, de la verdad incierta y de lo cierto incierto.

Solapado esta el recuerdo de lo que fui en el tiempo, un recodo limitado por los infames suenos de lo que quise ser y nunca fueron

Solapado esta murmurando a mi oido el tintineante resoplar del viento en la pradera donde muere el silencio, las dudas y los miedos

Solapado sin que logre divisar del arido minuto su sepulchral misterio, con el arrojo majestral de lo insensible y lento

Solapado musitando que no hay camino al ayer donde se pueda revivir el tiempo, que lo he perdido todo, arando en el desierto

Solapada esta mi mano queriendo construir con versos las imagines ineditas, pululantes e insanas, de humanidad ajenas

Solapada bajo el manto de mi ignorancia craza, mi necedad, mis ansias de bordear el horizonte para alcanzar el alba tierna.

Solapada con puas escabrosas retozando en la ladera del incognito destino, susurrando pensamientos intangibles y ligeros

Solapada, acosada por la furia impersonal que no libera, que ata, que somete bajo el vendabal tardio de un huracan de enero.

Solapada, sin que se rompan los lazos que se tejieron en inmemorables tiempos en espacios tan lejanos que lontananza olvida

Solapada, presa de la voz que sucumbe al sonido impenetrable de lo mustio, de lo muerto, de lo que reposa bajo tierra malquerida.